¿Crees que la foto arriba ilustra la imagen de un padre moderno? El padre es un concepto que carga muchos significados y que nos mueve conscientes o inconscientemente para varios lugares, aunque, por motivos históricos, la sociedad hable (y cobre) más de la madre, como si ella tuviera más importancia en la construcción del ser humano que está iniciando su camino en el mundo. Este es siempre un tema delicado porque involucra creencias muy profundas sobre maternidad con valores morales arraigados a su alrededor. Estos valores y creencias delimitaron el territorio de poder femenino-materno que poco a poco las mujeres están dejando ir.
Es a partir de este territorio de poder femenino-materno que estamos reconstruyendo el concepto de padre. Así como el hombre ayudó – y quien sabe lo permitió – que la mujer llegara al poder, ella está abriendo espacio para que el hombre esté desenvolviendo una masculinidad más sensible a partir de la relación con los hijos, uno de los pocos territorios permitidos para el ejercicio de la sensibilidad masculina sin tantas críticas sociales.
El resultado son padres más presentes en la vida de los hijos; empezando en la participación activa desde el momento de bañarlos, con jugar con ellos más seguido, llevándolos a todos lados para cumplir sus agendas cada vez más llenas y, por último, para uno de los tópicos más sagrados femeninos, la alimentación de los niños. Entiendo que ahora partimos para otras dimensiones más serias, como su participación activa en la escuela, en las tareas, en el cuidado con la salud. Son territorios nuevos, es verdad, y por eso todavía entrevisto madres con resistencia, sea porque dudan de la capacidad del compañero, sea porque tienen que dejar ir el poder de control que la maternidad les dá – y el valor social inserido en ella – o por ambas situaciones.
Para el niño, tener un padre presente, no sólo en aspectos lúdicos, pero también en la responsabilidad, es un beneficio ampliamente divulgado por expertos. El contacto más próximo del niño con el padre delimita su mundo masculino con mayor propiedad, con más detalles. Siempre digo que la convivencia es sanadora, aunque no sea fácil. Antes, el contacto con el padre era distante, creándose un vacío llenado por la idea de lo que era ser un hombre. Los códigos y objetos que nos decían lo que era ser hombre – por ejemplo el saco y la corbata – hacían que las diferencias de género fueran más marcadas. Cuándo nos acercamos, desmitificamos códigos y formas que pasan a tener menos importancia, los límites pasan a ser más fluidos y entendemos, al final, que todos somos seres humanos y que los papeles sociales pueden ser más mezclados de lo que imaginábamos.
Para el hombre, la interacción activa en la creación de un hijo ha estimulado su sensibilidad, ayudándole a reordenar sus valores y su concepto de vida. Le ha proporcionado cambios en los objetivos profesionales y en el concepto de lo que es tener éxito. Estos cambios están transformando la relación masculina con el trabajo, obligando a empresas a reordenar sus vínculos y gratificaciones, sólo para nombrar algunos de los aspectos que han sido afectados. Seleccioné una imagen que representa bien al hombre antiguo – y nada contra la corbata y calzado masculinos – pero, cuando vemos esta foto, ella se convierte en algo distante de la imagen del padre actual y moderno que apenas empezamos a construir, ¿Cierto?
Como todo nuevo camino, hay éxitos y errores, pero la conquista social por tener hombres-padres más próximos y actuantes en la creación – no sólo en la diversión – está en poder observar niños más amados, seguros y menos formados en patrones rígidos dentro de lo que significa ser hombre o mujer. La flexibilidad que tanto deseamos en nuestra vida pública, también debe suceder en nuestra vida privada, en nuestro micro-cosmos. Dejarla entrar, sin miedo, en los aspectos más íntimos y profundos, aunque cargados de tabú, como la maternidad, puede convertirse en algo real, y más rápido de lo que imaginamos, en este maravilloso nuevo mundo que tanto proyectamos en nuestro imaginario.
Nany Bilate é pensadora intuitiva e pesquisadora. Seus estudos e textos são focados na transição de valores e crenças da nossa sociedade. E sua interferência nas identidades feminina e masculina contemporâneas.
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